25 de septiembre de 2015

Citas



"¿Por qué escribimos?
Es una pregunta que puedo responder con facilidad, ya que me lo he preguntado a mí misma muchas veces. 
Creo que uno escribe porque necesita crear un mundo en el que poder vivir. Yo no podía vivir en ninguno de los mundos que se me ofrecían - el mundo de mis padres, el mundo de la guerra, el mundo de la política-. 
Tenía que crear un mundo propio, como un clima, un país, una atmósfera en la que pudiese respirar, reinar, y recrearme de nuevo cuando la vida me destrozara. Esa es, creo yo, la razón de cualquier obra de arte"


Anaïs Nim






Ilustración de Kinga Brit




23 de septiembre de 2015

Canción de las nubes blancas



Hay nubes blancas en el cielo,
grandes acantilados se elevan hacia lo alto.
Interminables son los caminos de la tierra,
montañas y ríos obstruyen el camino:
te ruego que no mueras.
Por favor trata de venir nuevamente.


Shu Chung






Pintura de He Zesheng




Noche en las montañas



Quieto como un pozo
veo navegar las estrellas.
Al llegar las cigüeñas
siento el frío en las venas.
Hoy tampoco estarás conmigo.


Wang Bai-Yi (681-752)  







Pintura de Xie Chuyu





Mensajes secretos entre amantes



La voz del ave
que la penumbra esconde
ha enmudecido.

Andas por tu jardín.

Algo, lo sé, te falta. 



Tanka de Jorge Luis Borges







Pintura de Lin Yong






19 de septiembre de 2015

Decir adiós



Acércate al oído y te diré adiós.
Gracias porque te conocí, porque acompañaste
un inmenso minuto de la existencia.
Todo se me olvidará en poco tiempo.
Nunca hubo nada y lo que fue nada
tiene por tumba
el espacio infinito de la nada.
Pero no todo es nada,
siempre queda algo.
Quedarán unas horas, una ciudad,
el  brillo cada vez más lejano de este mal tiempo.
Acércate y al oído te diré adiós. Me voy
pero me llevo estas horas.


José Emilio Pacheco








Fotografía de Laura Makabresku




16 de septiembre de 2015

Tengo el peor deseo que una persona puede tener, desear lo que no se tiene



No voy a engañarme a mi misma, intento racionalizar y apaciguar mis emociones, pero al final, cuando se tira una piedra a un estanque, el agua sigue agitada una rato después de llegar al fondo. 
¿Cómo voy a soportar una vida en la que mi esperanza se apague para siempre?

Llevo un tiempo tratando de convencerme a mi misma de que puedo vivir así. Pero ¿podré de verdad?, ahora comprendo la crueldad y la amargura que da la decepción, hasta ahora me había salvado la ilusión, pero lo que nos tiene deparado el destino no siempre es una fiesta... A veces no es más que sobrevivir día a día. Cuando somos jóvenes soñamos todo tipo de tonterías, pero las esperanzas son como el maquillaje, de joven se puede llevar demasiado, pero cuando te haces mayor tan sólo puedes parecer una caricatura.

Es muy peligroso centrarse sólo en lo que no tenemos. ¿Qué pasará si llego al final de mi vida y comprendo que la he pasado esperando alguien que nunca se acercará? Que pena darme cuenta de que apenas he saboreado lo que he tenido porque sólo podía pensar en él. Y sin embargo, si dejo de pensar en él, ¿qué vida me queda?. Sería como alguien que se ha pasado ensayando durante mucho tiempo una representación que nunca llegará a estrenarse. 

Aprender a aceptar lo que tienes es lo más delicado y esforzado que existe. Como dijo Bronsky en Ana Karenina "tengo el peor deseo que una persona puede tener, desear lo que no se tiene".

Cuando la adversidad llega a tu vida, es como un vendaval, se lleva todo aquello que no se puede arrancar, asi que cuando ha pasado, somos lo que realmente somos y no lo que nos hubiera gustado ser.


Maryflor







Fotografía de Elena Vizerskaya




Citas



"La felicidad para mí, debe de estar en los cien pájaros que vuelan y no en los que tenemos en la mano.
En un momento dado, uno de los cien pájaros libres se nos posa en la cabeza o en el hombro, pero cualquier gesto lo asusta y se escapa por el aire, que es lo suyo.

Porque eso y no otra cosa es la felicidad; una racha de aire, un sobrecogimiento que nos corta un momentito la respiración.

Cuando volvemos a respirar somos los de antes. Es decir, somos otra vez humanos y vencidos"

Antonio Gala






Fotografía de Igor Laptev




13 de septiembre de 2015

La doma del buey



La búsqueda


En los prados de este mundo, buscando al buey, sin descanso,
voy apartando las altas hierbas.
Siguiendo ríos sin nombre, perdido entre los confusos senderos de lejanas montañas,
desesperado y exhausto, no puedo encontrar al buey.
Oigo únicamente el canto nocturno de los grillos, en el bosque.
El látigo, la soga, uno mismo y el buey, todos, se funden en la Nada.
Este cielo es tan vasto que ninguna palabra lo puede abarcar. 
¿Podría un copo de nieve subsistir en el ardiente fuego? 
Aquí están presentes los vestigios de los antiguos maestros.






El presentimiento


Junto a la orilla del río, bajo los árboles, ¡descubro sus huellas!
Incluso sobre la fragante hierba veo sus pisadas.
Y en lo profundo de las remotas montañas también se las encuentra.
Su rastro a nadie puede pasar desapercibido.






El descubrimiento


En la enramada lejana, un ruiseñor canta alegre.
El sol es cálido, la brisa suave, los sauces verdean a lo largo de la orilla del río.
El buey está ahí, ¿cómo podría ocultarse?
¿Qué artista sabría dibujar esa espléndida cabeza, esa majestuosa cornamenta?






La captura


Lo atrapo tras una implacable lucha.
Su ruda voluntad y su fuerza son inagotables.
Y se lanza hacia la colina distante, tras las lejanas brumas.
O se dirige hacia un barranco impenetrable.





La doma


Necesito del látigo y la soga.
De lo contrario podría escapar en los polvorientos caminos.
Bien adiestrado, es de espíritu dócil.
Entonces, sin dogal, obedece a su dueño.







Retorno a casa


A lomos del buey, lentamente regreso a casa.
El son de mi flauta llena la tarde.
Marco con la mano la armonía que me acompaña, y dirijo el ritmo eterno.
Quien oiga esta melodía me acompañará.







Solo y sin memoria


Montado sobre el buey, vuelvo a mi hogar.
Estoy sereno. El buey también puede descansar.
El alba ha llegado. 
En este dulce reposo, en mi cabaña, dejo a un lado el látigo y la soga.





Pinturas de Keiko Minami

Texto de Kakuan Shien





El buey se ha extraviado porque se ha separado de mi naturaleza, confundido y perdido por los sentidos. Esta lejos de mi, veo muchos dilemas y desconozco el camino honesto. El ansia por las cosas y el temor a perderlas, me han desequilibrado.
Voy comprendiendo la enseñanza y veo las huellas del buey, no he atravesado la puerta pero he reconocido el camino, ¿cómo distinguir lo cierto de lo falso?
Al oír la voz, cuando todo el significado se agrupa, hasta la parte más pequeña ya no está separada de tu ser.
Desde hace mucho tiempo pastaba en campos silvestres, pero hoy lo he atrapado, estaba encandilado y confundido por caminos y paisajes, anhelando verdes pastos, su espíritu aun no tiene freno.
Sobrevienen los pensamientos, si el primero brota de la claridad, los que siguen son verdaderos; si surgen de la ilusión, todo será falso. Sujeta con fortaleza al buey y no dudes un instante.
El conflicto ha terminado, superado el afán por los logros y el temor a la pérdida a lomos de mi buey entono mi canción, contemplo las nubes y sigo adelante y un sendero de luz viaja por el tiempo sin fin.
La vida inconsciente ha terminado, no trato de encontrar el estado de la luz ni permanecer allí donde no existe. A ninguna condición me ato.
Tranquilamente y en silencio observo que el agua es esmeralda y la montaña azul.
¿Por qué debo buscar las huellas de los antiguos maestros? La belleza de mi jardín es invisible y todos a los que miro se iluminan.




10 de septiembre de 2015

En el principio



En el principio, el agua
abrió todas las puertas, echó las campanas al vuelo,
subió a las torres de la paz –eran tiempos de paz-,
bajó a los hombros de mi profesor
-aquellos hombros suyos tan metafísicos,
tan doctrinales, tan
florecidos de libros de Aristóteles-,
bajó a sus hombros, no os engaño,
y saltó por su pecho como un pájaro vivo.

Ah no te olvido,
a ojos cerrados te recuerdo tapiando las ventanas,
sobre el papel en blanco de la vida
dejando caer tinteros y palabras de piedra.
Y era lo mismo: yo seguía puro;
los últimos de clase, los expulsados por llevar ternura
en los bolsillos,
seguíamos puros como el viento.

Antes de Thales de Mileto,
mucho antes aún que los filósofos fueran canonizados,
cuando el diluvio universal,
el llanto universal,
y un cielo todavía universal,
el agua contraía matrimonio con el agua,
y los hijos del agua eran pájaros, flores, peces, árboles,
eran caminos, piedras, montañas, humo, estrellas.
Los hombres se abrazaban, uno a uno,
como corderos, las mujeres
dormían sin temor, los niños todos
se proclamaban hijos de la alegría, hermanos
de la yerba más verde,
los animales se dejaban
llevar, no estaban solos –nadie estaba solo-,
y era feliz el aire aun sin ponerse en movimiento,
y en el espejo de una manos llenas de agua
iba a mirarse la esperanza, y estaba limpia y sonreía.

(Aquí quisiera hablar, abrir un libro –aquí
en este instante solo-,
de aquel poeta puro que sin cesar cantaba:
“El mundo está bien hecho, el mundo está
bien hecho, el mundo
está bien hecho…” –aquí en este instante solo-.)

¡Y cómo no iba a estar bien hecho,
si en aquel tiempo las palomas altas
se derretían como copos,
si era inocente amarse desesperadamente,
si las mañanas claras, recién lavadas, daban
su generoso corazón al hombre!
Aquello era la vida,
era la vida y empujaba,
pero,
cuando entraron los lobos, después, despacio, devorando,
el agua se hizo amiga de la sangre,
y en cascadas de sangre cayó, como una herida,
cayó sobre los hombres
desde el pecho de Dios, azul, eterno.


Carlos Sahagún






Pintura de Pierre de Clausade




9 de septiembre de 2015

Siento y pienso


Me siento sola en una habitación vacía un Viernes por la noche.
Aislada con un móvil sin mensajes que me acompañen.
Lejana a todos los que me rodean.
Diferente en una sociedad con la que no comparto nada.
Confundida para encontrar a alguien.
Insegura por todas estas diferencias.
Atemorizada por no dar los pasos que quiero dar.
Anhelante de lo que deseo, que es mucho.
Melancólica por mis recuerdos.
Triste por la vida.
Asustada por la libertad que ni la uso.
Deseosa de tiempos felices.
Me siento temerosa.

Pienso qué personas se merecen mi respeto y mi admiración.
En que me gustaría consumir mis días provechosamente.
Pienso por qué no puedo con la vida, y cuál es la receta.
En qué me equivoqué y porque lo hice tantas veces.
En qué acerté, si es que lo hice.
En lo que me dijiste, en todo.
En mis padres.
Pienso a dónde ir, pero no voy.
En la soledad que nunca se va.
Pienso qué quiero y en cómo quiero ser.
Pienso en mis sentimientos.

Sólo pienso, no se por qué ni para qué.


Maryflor








Fotografía de Elina Brotherus




5 de septiembre de 2015

Citas



¿Por qué contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?"


Helen Keller




Ilustración de Bec Winnel




Ya está



Ya poseemos
casi todo
lo que nos iba
a hacer felices.
Puede decirse
que lo hemos 
conseguido.

Ya está.

Ahora solo
nos queda
comprobar
hasta qué punto
fuimos sinceros
con nosotros 
mismos.


 Karmelo Irribaren







Fotografía de Nadia María




Certeza




La soledad ingresa en nuestra casa
por el ojo de la cerradura.
Cuando la descubrimos, ya es tarde:
ocupará su lugar, en silencio,
con la displicente insolencia
de los no invitados.
Medrará a nuestro coste;
muchos serán los días o las noches
en los cuales su obstinación
resulte intolerable.
No conviene impacientarse con ella:
aún puede clavarnos más hondo
los dientes de su presencia.
Sin embargo, apenas advierta
una grieta de alegría
en el muro de nuestra tristeza ,
partirá de inmediato,
muy segura de sí misma
y libre de rencores;
es una buena perdedora.
De todos modos sabe que,
en cualquier momento,
volverá para quedarse.


Carlos Sipinedi






Ilustración de Ota Jancecek




1 de septiembre de 2015

Haces que cada día tenga una nueva ilusión


Sin saberlo haces tanto por mi, sin darte cuenta, sin ni siquiera pretenderlo, me haces creer en todo otra vez, en mí, en tí, en lo que me gustaría ser, y en vivirlo contigo.
Si un día, al leer mis palabras, presientes tu nombre en cada renglón, sabrás que nunca reclamé promesas, que me entregué así porque tus manos me sostenían, porque arrinconaste mi inseguridad y me diste a cambio un ligero destello.
Nos conocimos como si nada, de la nada misma que significa esa muchedumbre que a diario nos rodea, y sin esperarlo, sin planearlo, de repente, casi como milagro, en un lugar cualquiera aparecíste en mi vida.

Dejaste de ser nadie, empezaste a ser tú para mi.

Pero todos los días llegaba la hora de nuestro recorrido, tu hacia tu mundo y yo hacia el mío, con una mirada cómplice me alejaba con la esperanza de sentir lo sentido o solamente agradeciendo el momento vivido.
Luego, en el desierto cotidiano, apareces a cada instante en mi mente, tus gestos se convierten en un bálsamo para mi existencia, aun entendiendo que formas parte de otro mundo, que otros buscan y necesitan tu presencia y de que yo no formo parte, más que de un espacio reducido en tu vida. 

He sembrado en mi la semilla de la esperanza. ¿Acaso alguna vez podrá ser real?. Te veo como un hombre demasiado especial para que hayas puesto tus ojos en una mujer como yo. Cuando estas a mi lado, trato que sientas que eres lo más importante, que me haces sentir orgullosa de tu compañía, que mereces conocer mi espacio y mi mundo interior.

Tu eres mi hombre mágico, has puesto de cabeza toda mi razón, me haces inventar un nuevo lugar para nuestro cariño, y crear un pequeño mundo en el que sea posible unirnos sólo los dos.

Haces que cada día tenga una nueva ilusión.


Maryflor








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